La leyenda del Oscar de Orson Welles por ‘Ciudadano Kane’: pérdidas, reemplazos, reapariciones, demandas y ahora una subasta inexplicable

Orson Welles se llevó un único Oscar por una de las películas más legendarias de la historia del cine, el de mejor guion, y la estatuilla ha pasado por un periplo digno de un libreto de Hollywood, con un giro inesperado en las últimas semanas.
Orson Welles en ‘Ciudadano Kane
Orson Welles en ‘Ciudadano Kane’Apic/Getty Images

Ciudadano Kane (1941) es posiblemente la película que en más ocasiones ha estado en lo más alto de las listas más prestigiosas que evalúan los mejores filmes de la historia. Encabezó sin ir más lejos la más conocida de todas, la que elabora la revista Sight & Sound cada década, entre 1962 y 2012 de manera ininterrumpida.

Nadie disputa hoy en día que la industria de Hollywood dio un paso de gigante cuando se estrenó este largometraje basado en la vida del magnate de la prensa William Randolph Hearst, pero que iba mucho más allá, reexaminando el concepto del sueño americano a través de técnicas narrativas y cinematográficas absolutamente rompedoras. El principal responsable además debutaba en el cine y solo tenía 26 años, Orson Welles, quien dirigió, protagonizó y coescribió la película. Un hito del cine que sin embargo jamás hubiera llegado a ser lo que ha sido sin otros maestros y revolucionarios detrás, como Gregg Toland en la fotografía, Robert Wise en la edición, Bernard Herrmann en la música o Herman J. Mankiewicz en el guion original, por nombrar algunos.

La mayoría de ellos fueron nominados al Oscar, ya que Ciudadano Kane optó a nueve estatuillas en la ceremonia que se celebró en Los Ángeles en 1942, copando gran parte de las categorías principales y convirtiéndose en la gran favorita para arrasar. Al final, no obstante, solo se llevó un Oscar, el de mejor guion, compartido por Welles y Mankiewicz, y la gran triunfadora fue ¡Qué verde era mi valle!, una excelente película también pero que dista mucho de ser revolucionaria y que ni siquiera está en entre las mejores del gigante John Ford.

La Academia fue muy conservadora, algo de lo que siguió pecando en varias ocasiones en las décadas siguientes, aunque este quizá haya sido el caso más sangrante. En un artículo de marzo de 1942, Variety lo achacó a los 6.000 extras que tenían derecho a voto, argumentando que “la muchedumbre prefiere a una persona normal antes que a un genio”.

Fotograma de 'Ciudadano Kane''Bettmann/Getty Images

Sea como fuere, el resultado de todo esto es que las dos únicas estatuillas que premiaron a Ciudadano Kane –sobre el papel solo recibió un Oscar, pero como es habitual tanto Welles como Mankiewicz se llevaron el que les correspondía a cada uno– cobraron con el tiempo un grandísimo valor histórico y económico.

Sobre todo la que le correspondió al director, que se creía que en vida la debió de tener guardada en algún cajón sin darle importancia (no fue siquiera a recogerla a la ceremonia, algo muy propio de su carácter). No fue hasta 1988, tres años después de la muerte de Welles, cuando su hija Beatrice, fruto del matrimonio del cineasta con su tercera y última esposa, la aristócrata y actriz italiana Paola Mori, reveló públicamente que el Oscar de su padre no se encontraba entre las pertenencias que había dejado en herencia.

Por ello, le pidió personalmente a la Academia una estatuilla de reemplazo, y esta se la concedió con la condición por escrito de que, en caso de que quisiera venderla en el futuro, debía ofrecérsela primero a la institución cinematográfica por el montante de un dólar.

La historia se quedó ahí hasta que en 1994 Sotheby's anunció que tenía en su posesión el Oscar original de Welles y que lo iba a sacar a subasta. En ese momento fue cuando se conoció lo que había pasado realmente con él: el realizador, quien pese a su fama de genio incuestionable siempre ha tenido muchas dificultades para sacar adelante artística y sobre todo económicamente sus proyectos, se lo había entregado al director de fotografía Gary Graver como compensación por trabajar en Al otro lado del viento, una película que se rodó a mediados de los setenta, pero que no vio la luz hasta 2018.

El Oscar original concedido a Orson Welles, expuesto por Sotheby's.Bloomberg/Getty Images

Al enterarse de su existencia, Beatrice Welles presentó una demanda para que devolvieran el Oscar a la familia y la ganó. Lo conservó unos años, pero en 2003 ella misma quiso sacarlo a subasta y la Academia de Hollywood entró de nuevo en juego para intentar detener la venta, amparándose en el acuerdo firmado en 1988. Un juez dictaminó sin embargo que dicho acuerdo solo protegía la estatuilla de reemplazo, y la original se vendió por una suma que nunca se hizo pública, aunque el comprador la revendió en 2011 y entonces sí que todo el mundo conoció el valor que podía alcanzar este galardón histórico: más de 870.000 dólares. Como es natural, ante este montante el Oscar de Mankiewicz –cuya figura fue recientemente reivindicada en Mank, de David Fincher– no tardó también en salir a subasta y se vendió por casi 590.000 dólares.

Era de esperar que con el tiempo estas dos estatuillas volvieran a aparecer en pujas alcanzando cada vez cifras más astronómicas, lo que nadie presagiaba era que la de reemplazo que la Academia le entregó a Beatrice en 1988 también lo hiciera. Pero esto ocurrió muy recientemente, de acuerdo a una información de Deadline. En concreto, a finales del pasado mes de julio, cuando la casa Heritage Auctions subastó varios objetos personales vinculados a Orson Welles, como máquinas de escribir, certificados de las nominaciones de Ciudadano Kane y, sobre todo, el Oscar que sustituyó al original, que fue vendido por 645.000 dólares a un comprador anónimo (que por cierto ya lo está intentando volver a vender por cifras cercanas al millón de dólares).

Se daba por hecho que esta estatuilla seguía en poder de Beatrice, pero la casa de subastas no la cita a ella ni a nadie en concreto como el vendedor, a pesar de que sobre el resto de objetos subastados sí que se especifica que proceden de los bienes de la herencia de Orson. Pero la cuestión más importante es: ¿cómo puede salir a subasta un objeto sujeto a un cláusula legal que lo prohíbe expresamente?

Deadline contactó a la Academia al respecto y un portavoz se limitó a declarar que lo investigarán, pero mientras una de las leyendas en torno a una de las películas de por sí más legendarias de la historia sigue protagonizando giros de guion.